Columna escrita por Sebastián Pilasi, gerente general y Adriana Guerrero, gerenta de Gestión y Desarrollo Club de Innovación, en el marco del Día de la Creatividad y de la Innovación 2022.
Este 21 de abril se conmemora el Día de la Creatividad y de la Innovación 2022, un día relevante, sobre todo para países en vías de desarrollo como el nuestro, con un ecosistema bien posicionado que hoy posee grandes oportunidades, pero donde aún tenemos tarea que hacer.
Uno de estos pendientes es lograr una mayor inversión, donde la evidencia nos muestra la directa correlación que existe entre crecimiento económico e innovación, sobre todo el impacto que esta última puede tener en situaciones de crisis como la que estamos viviendo en medio de esta pandemia provocada por el Covid-19. Mientras Chile invierte un escaso 0,36% de su PIB en I+D (Investigación y Desarrollo), os países desarrollados invierten en promedio hasta diez veces más que nosotros, alcanzando un 3,8% de su PIB.
En este escenario el concepto de “destrucción creativa» –«entendido como el acto de reemplazar lo obsoleto por formas más avanzadas o más eficientes de producir y entender las necesidades de una sociedad abocada al hiperconsumo»– se vuelve muy interesante, generando oportunidades para innovar en productos, servicios, modelos de negocios, que se materializan en ofertas que disrumpen el mercado, creando así una aceleración del ecosistema de emprendimiento e innovación.
En situaciones de crisis extrema e incertidumbre se hacen más evidentes las fallas o necesidades insatisfechas del mercado. Por ejemplo, la pandemia evidenció la necesidad de mejoras y desarrollos de soluciones de logística de última milla. Y esas oportunidades son las que debemos ser capaces de materializar para salir de la trampa de ingresos medios generando un aumento de la productividad total de factores en base a la incorporación de I+D e innovación; valorar la economía creativa es la mejor manera de salir de las crisis.
Por otro lado, la pandemia permitió eliminar las barreras geográficas, con un aumento exponencial de la virtualidad y aceleración de la transformación digital, convirtiendo a los mercados locales en globales demostrando que los nuevos desarrollos tienen rápidamente una escalabilidad internacional. No es casualidad en este entorno el surgimiento de los primeros Unicornios chilenos, Cornershop, NotCo, Betterfly, así como también un crecimiento importante de Centauros y de Little ponies, es decir aquellas startups valoradas en más de US$100 millones y US$10 millones, respectivamente, con un ecosistema que ha ido madurando pero que aún enfrenta brechas muy significativas con respecto a mercados desarrollados.
En este escenario actual, aún de incertidumbre, pero también de digitalización acelerada y de globalización post pandemia, el llamado es a potenciar el desarrollo de innovación latinoamericano y asimismo la construcción de capital social, aprovechando nuestras similitudes como naciones: un mismo idioma, culturas similares y desafíos comunes.
Desde el Club de Innovación de Chile hemos estado apoyando para dinamizar el ecosistema regional, a través de la creación de la primera Red Latinoamericana de Clubes de Innovación, RELACI, reuniéndonos junto a los clubes de Argentina, Colombia, Perú y República Dominicana, para compartir experiencias y dar rápida respuesta a desafíos desde la industria a través de soluciones que provengan de los diferentes actores del mundo de la innovación y emprendimiento, incluyendo statups, centros de I+D, universidades, entre otros. En esta Red Latam ya somos 5 países, reuniendo a la fecha a más de 200 profesionales relacionados a la innovación, y prontamente también se sumarán otros clubes de México, El Salvador, Ecuador y Panamá.
La invitación es a tomar en serio la oportunidad actual, utilizar la creatividad y la innovación para resolver problemas relevantes y fallas de mercado con alcance global.