Eduardo Bitran, Presidente Club de Innovación, Académico Universidad Adolfo Ibáñez
El Día de la Creatividad y de la Innovación es una buena oportunidad para reflexionar sobre la capacidad de nuestro sistema nacional de innovación para abordar los desafíos que enfrentará el país post pandemia, en un contexto de creciente cuestionamiento del grado de inclusión social y sustentabilidad del desarrollo país en las últimas décadas. Este es un fenómeno que va más allá de Chile, incubado desde la crisis subprime y que de alguna manera la pandemia ha exacerbado. El Covid-19 nos ha mostrado también el grado de interdependencia global, lo que pone de manifiesto otra gran amenaza planetaria, el cambio climático.
El Reporte de Competitividad publicado por WEF en diciembre 2020, evalúa la capacidad de las economías y sus sistemas de innovación para generar una «transformación a un paradigma de desarrollo más sostenible e inclusivo». El WEF plantea que los países deben definir prioridades de innovación, mediante procesos consultivos que generen amplio consenso, y enfocarse en el desafío de los «mercados del futuro», privilegiando inversión pública de modo de catalizar inversión e innovación privada con el fin de lograr crecimiento sostenible de largo plazo y transitar a una economía más inclusiva y ambientalmente sustentable.
Veamos qué nos dice el WEF sobre nuestra preparación relativa para enfrentar los desafíos señalados. Chile ocupa el puesto 28 de entre 37 economías de la OCDE y el G20. Nuestros ámbitos más débiles para enfrentar una transición exitosa son: facilidad para crear “mercados del futuro” en áreas que requieren colaboración público privada e incentivos para ampliar inversiones en investigación e innovación que desarrollen los nuevos “mercados del futuro”. Nada nuevo, falta de capital social, inmediatismo y escasa priorización de la inversión en innovación afecta nuestra capacidad de avanzar en la transformación económica.
El informe nos alerta de un sesgo en la inversión pública en momentos que los gobiernos aumentan el gasto de inversión para recuperar sus economías. WEF estima que la inversión pública en I+D+i genera mucho más empleo de calidad que la inversión en infraestructura tradicional. Esta información es consistente con los estudios de la Comisión Nacional de Productividad y de Endeavor en el sentido que empresas gacelas generan la mayor proporción de empleo en Chile, incluso mayor que el promedio de países OCDE.
Desafortunadamente, Chile no escapa a este sesgo en la inversión pública. El presupuesto de obras públicas crece a dos dígitos desde el 2018, mientras que el de innovación y emprendimiento dinámico se reduce a la mitad.
Recuperar un crecimiento de largo plazo y transitar a una sociedad sustentable e inclusiva tiene relación con la sofisticación del aparato productivo, una economía dual con sectores de alta productividad, intensivos en capital y recursos naturales y ambientales, y otra de servicios de baja productividad, presentan límites al crecimiento sostenible y generan una mala distribución funcional del ingreso.
No se trata de renegar de nuestros recursos naturales, sino que hacerlos más sostenibles y con mayores encadenamientos de valor en la economía nacional. Tenemos ventajas extraordinarias en energías renovables que el mundo requerirá en abundancia para fortalecer la acción climática; alimentos saludables para una población más consciente de la relación entre salud y alimentación; productos forestales que sustituirán las fibras sintéticas; una naturaleza que si cuidamos atraerá un turismo sofisticado, todo ello con baja traza de carbono y producción limpia, generando un posicionando diferenciado en los mercados globales.
Debemos avanzar en la digitalización sustentable de los diferentes exportadores y de servicios, tales como la construcción y la salud, que permita generar una matriz exportadora verde, aumentar la productividad y calidad de servicios no transables fundamentales, y al mismo tiempo generar los encadenamientos productivos con proveedores que produzcan dinámica de innovación endógena, que posibiliten también la exportación de bienes y servicios que creen empleo de calidad, y en definitiva un mayor grado de cohesión social para avanzar decididamente a ser un país desarrollado.