Columna de opinión escrita por Óscar Solar, gerente general Centro Avanzado de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, AC3E, Universidad Santa María, organización socia del Club de Innovación, con motivo del Día Internacional de la Ciencia 2022.
La ciencia cumple un rol fundamental en la sociedad y los centros de investigación son los espacios donde esta se investiga, se desarrolla y luego los resultados se traducen en aplicaciones capaces de impactar en la vida de las personas. Cada uno desde su área de conocimiento aporta al desarrollo de nueva tecnología que brinde soluciones a los desafíos económicos, sociales y medioambientales, con el objetivo de construir un futuro mejor y sostenible.
En el caso de la Ingeniería Eléctrica y Electrónica, el reto es muy grande, sobre todo considerando el impacto de los acelerados avances tecnológicos de los últimos años sobre los complejos desafíos debemos enfrentar como humanidad. Hoy en día hemos sido testigos de cómo áreas como la robótica y la inteligencia artificial se entrelazan con otros campos como la salud, el medioambiente, diferentes sectores industriales o la educación, y exigen de las capacidades técnicas y operativas de los grupos de investigación, para desarrollar nuevos dispositivos, herramientas predictivas, software, tecnologías analíticas y de diagnóstico, entre otros, que atiendan las nuevas y crecientes necesidades en temas que son urgentes como salud y medioambiente.
Tal es el caso del Centro Avanzado de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, AC3E, que a la fecha ha desarrollado cerca de 140 proyectos con diversas instituciones nacionales e internacionales, abarcando diversas temáticas en función de la necesidad que se presente, ajustándose a sus requerimientos y diseñando tecnologías que entregan soluciones futuristas para las necesidades del presente.
Un ejemplo de estos desarrollos hechos en AC3E es BRAIn, una plataforma de control digital en tiempo real que destaca por su gran flexibilidad y alta capacidad de cómputo, y que es suficientemente robusta para ser utilizada en aplicaciones industriales, académicas o en investigación. Una de sus aplicaciones tiene relación con el reacondicionamiento de maquinaria minera crítica, cuyas tarjetas de control están finalizando su vida útil y no tienen refacción o cuyas características requieren ser actualizadas según los requisitos actuales del mercado, aportando de esta manera a la economía circular mediante la remanufactura de equipamiento.
Por otra parte, el AC3E cuenta con iCub, una plataforma robótica humanoide destinada a la investigación científica que permite desarrollar y probar en ella diversos algoritmos basados en inteligencia artificial y robótica. Esto podría generar grandes avances en medicina con aplicaciones tecnológicas en salud, control de lugares que son riesgosos u otras aplicaciones más novedosas como prótesis inteligentes que se puedan conectar con la investigación en neurociencia, mejorando la calidad de vida de las personas.
Estos proyectos son solo algunos ejemplos de cómo el trabajo de los investigadores e investigadoras se plasman a través de los centros de investigación, como el AC3E, en soluciones concretas que permiten crear y fortalecer el vínculo entre la ciencia y las necesidades reales, actuales y futuras de la población. Los centros de investigación están permanentemente aportando a la construcción de una sociedad más próspera, con transferencia de conocimiento, investigación científica aplicada, formación de capital humano avanzado, creación de empresas basadas en ciencia y tecnología, creando nuevos puestos de trabajo y nueva fuerza laboral, generando con ello tecnología avanzada al servicio de la humanidad.